lunes, 8 de noviembre de 2010

libertad radical

La felicidad, el amor, tal vez la popularidad, nuestra vida se guía de trofeos o metas, somos avariciosos, tenemos que serlo para vivir. Y recorremos la vida subidos en la libertad. Algo que no hacemos libremente no puede hacernos felices. Obligar a alguien a que me quiera… sí, me quiere, pero no llena ni la mitad que un gesto repentino de cariño de la persona que quieres,

Yo también pienso que el saber el porqué de las cosas te enriquece. No me cansa pensar sobre mi existencia, ¡es que no me puede cansar preguntarme sobre mí y de porqué vivo!

Hace bastante poco descubrí, a mi parecer, que tenemos que tener fijada una dirección. Diversas circunstancias te dan a entender que no puedes vivir un día a día abstracto y basado en el placer diario. Hay que entender el porqué se hacen las cosas, el porqué las cosas son como son, y quienes somos, sobre todo, quienes somos. Es muy difícil conocerse a si mismo, y al ser consciente de ello, trabajo constantemente por poder decir que no soy uno más, que no vivo subido en la ignorancia, y que podría decirte perfectamente algo más que mi nombre cuando me preguntas que quién soy.

En resumidas cuentas, creo que una vida sin una finalidad, no tiene sentido. Da igual la finalidad mientras hayas conseguido plantearte una, o eso creo. No hacer las cosas porque sí. Y si esa finalidad te hace elegir con libertad y te hace realmente feliz, te hace sentirte bien contigo mismo, entonces, amigo, has encontrado el sentido verdadero de tu vida.

Fer.

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